Los influencers no son una novedad. Por el contrario, existen desde que los medios de comunicación comenzaron a volverse realmente masivos, primero con la prensa escrita, y luego con la radio y la televisión.
Los influenciadores son líderes de opinión. Antes eran personas famosas, deportistas o personalidades de la política y la cultura, que al hablar de una marca o un producto en los medios impactaban en la decisión de compra de sus seguidores.
Pero con el advenimiento de internet y la explosión de las redes 2.0, ese potencial para influir en los consumidores se amplió a un nuevo sector de la población: el de los influenciadores sociales, o personas que han logrado construir una audiencia propia a través de redes sociales como Instagram, Twitter, Linkedin o YouTube, por nombrar las más elegidas.
Las personas que integran su audiencia siguen de cerca la información compartida por el influencer, y también se muestran sensibles a sus opiniones. Y ahí es donde entra el marketing.
El marketing de influencers trabaja estableciendo relaciones entre las marcas y las personas influyentes que comparten un público en común. Su objetivo es amplificar el alcance de una marca e influenciar los hábitos de consumo de su audiencia.
Pero, ¿cómo se establecen esas relaciones?
En el marketing de influencers, las acciones de marketing de una empresa se dirigen directamente a las personas que son identificadas como influyentes. No se apunta a una audiencia en general, porque se considera que el efecto sobre el público es derivado. Las campañas se instrumentan mayormente a través de las redes sociales, el medio en el que los influencers construyen su popularidad.